Oda al aburrimiento
tag : aburrimiento, creatividad, Espacio Ítaca, niños aburridos, oda al aburrimiento, pensar, psicología, Sandra Sánchez, Zaragoza
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Hace un par de meses, tras la insistencia de varias personas las cuáles me hablaban de sus hijos e hijas siempre aburridos/as o inclusive personas adultas aburridas, pensé: tengo que escribir sobre ello.
Lo primero que hice como siempre que escribo o hablo sobre algo fue una fase de documentación y busqué la definición: aburrimiento.
«El aburrimiento es un estado reactivo de la emoción que interpreta la condición de su ambiente como bastante aburrido debido a los estímulos repetitivos, inexistentes o tediosos.El aburrimiento se deriva de la falta de cosas interesantes para ver, escuchar o hacer (física o intelectualmente) cuando se está en el estado de ánimo de «hacer nada».
Aburrimiento (latín: ab- prefijo «sin», horrere«horror») es la existencia desprovista de sentido, cuando ya no queda nada por perder, nada a que temer.»
Guau! Pensé que definición más interesante.
Sobretodo, me encanta la parte de «hacer nada»
Y es que estamos en un mundo lleno de mensajes que nos alientan a «hacer», «producir», «crear» pero no desde un sentimiento de movimiento placentero sino desde una obligación: «no quiero perder el tiempo»
Aquí es donde pienso en mí y en mi aburrimiento. Yo de pequeña me aburría, y el aburrimiento me sirvió. Fue un espacio en el cual sin estímulos que me distrajesen comenzaba a imaginar, con mi mente.
Así es, como a través de él aprendí a observar, a contemplar e incluso diría que a meditar.
¿Cuándo digo «qué aburrimiento»?
Cuando algo está fastidiándome. Y debo pensar cuál es ese fastidio.
En la gran mayoría de las ocasiones decimos «¡qué aburrimiento!» para escapar de algo o mejor dicho para poder hacer otra cosa que nos apetece más hacer.
Además, sabemos que decirlo hace que las personas de alrededor no soporten esa emoción y nos intenten paliar.
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En el caso infantil a los padres y madres es algo que les preocupa mucho: «es que mi hijo/a se aburre». Y ante ello, en muchas ocasiones es cuando llega la sobrecarga de estímulos, el capitalismo hecho juguete, la sobreactivación con videojuegos…
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Y en el plano adulto una búsqueda insaciable de volver a un estado en el que me sienta útil, productivo, porque no puedo no estar haciendo nada.
Y así es como nace esa sensación de mantener la mente distraída constantemente porque pensar o reflexionar da yuyu y es aburrido.
Parece que es una palabra mágica, la cual hará que la persona que está escuchándonos busque una manera de que me desaburra. Porque en muchas ocasiones viene seguida de «me aburro, ¿qué hago?» Y es la otra persona la que busca de forma insaciable una forma de frenar esa emoción tediosa.
¿Pero te puedo contar un secreto?
Bueno, en realidad, no quiero que sea un secreto. Quiero que sea una afirmación que deriva de mi experiencia trabajando desde el 2008. Y es que «el aburrimiento no es más que la fase previa a la creatividad«.
Sí, como lo oyes. El aburrimiento es la antesala a la creatividad más poderosa.
No podemos tener constantemente la mente ocupada, un ocio dirigido o una producción insaciable. Es necesario un espacio de tiempo de «hacer nada», nuestro espacio, nuestro aprendizaje. Porque tal vez, llegue un día en el que no podamos hacer nada, y ese nada sea importante saberlo gestionar.
El aburrimiento abre posibilidades a aprender a estar con nosotros/as mismos/as, a conocernos, a reflexionar, a no tener nada material, a escucharnos y sentirnos, y sobretodo a crear.
Por todo ello, este artículo pretende ser una oda al aburrimiento. Acabar con la mala fama del aburrimiento.
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Aburrirse no es sinónimo de pasarlo mal y no debe ser paliado mediante una sobrecarga de actividades.
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Niños/as con agendas llenísimas de cosas que hacer.
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Padres y madres buscadores insaciables de actividades de fin de semana.
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Adultos/as planificadores de sus semanas sin saber «hacer nada».
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Personas controladoras de su vida como si fuera una visita guiada, un viaje totalmente planificado.
Persona que estás al otro lado, abúrrete, vive esa emoción como una oportunidad.
Y si te angustia mucho, siempre podemos ver opciones pero desde un desarrollo óptimo y no una sobrecarga de estimulación mental hiperexcitándonos.
¿Qué opciones tenemos?
Fomentar nuestra creatividad
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Proporcionar un espacio libre de enjuiciamiento donde podamos expresarnos.
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Facilitar el movimiento, conociéndonos y conociendo el entorno y a las personas que nos rodean.
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Aportar reflexión, pensamiento y confianza. Un fracaso es una aprendizaje y es necesario equivocarse.
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Fomentar el contacto con la naturaleza. La naturaleza aporta sosiego, calma, armonía y conexión.
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Escuchar los valores que mueven nuestro interior y estar alineados/as con ellos.
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Tener en cuenta nuestra opinión. Sí, sí, como lo oyes. Escucha tus consejos.
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Poner límites. La vida se juega con amor y límites.
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Muéstrate interés. ¿Un día has probado a sentarte frente a un espejo y mirarte? Contemplarte desde un estado de no juicio, sino contemplación pura.
Para poder trabajar la creatividad en Espacio Ítaca, contamos de grupos terapéuticos, de nuestros Talleres TertuliaTé, y de nuestra Actividad Extraescolar de Desarrollo Emocional, entre otras muchas opciones.
Y para acabar, de nuevo, invocar al aburrimiento como la cura al capitalismo y a la producción en masa.
Artículo escrito por Sandra Sánchez Muñoz, psicóloga sanitaria A-1951 y gerente de Espacio Ítaca, en marzo de 2019